sábado, 18 de febrero de 2012

La ciencia y los jóvenes

Entrevista a Diego Golombek
"Hoy ha cambiado la mirada de los jóvenes hacia la ciencia"
Actualizado sábado 31/12/2011 05:21
EducaRed Argentina
El biólogo y comunicador científico se refirió a la importancia de divulgar ciencia y aseguró que el arquetipo del científico actual en la Argentina "es más humano".

Doctor en biología, profesor titular de la Universidad Nacional de Quilmes e investigador principal del CONICET, Diego Golombek es también un reconocido comunicador que viene trabajando desde ya varios años en acercar la ciencia al público masivo. En televisión, participó de “Científicos Industria Argentina”, fue asesor científico del programa “La Fábrica” de Discovery Channel y actualmente conduce “Proyecto G” por canal Encuentro. Desde 2003 es uno de los directores de “Expedición Ciencia”, un programa de enseñanza de las ciencias que tiene por objetivo promover la educación científica a través de propuestas que fomenten el pensamiento crítico, la creatividad y la igualdad de oportunidades. En esta entrevista, Golombek nos brinda su impresión sobre Tecnópolis, habla del rol de la ciencia en el país y explica la nueva atracción que sienten los jóvenes argentinos por la labor científica.
¿Qué sensación le genera una feria como Tecnópolis?

Es fantástico, realmente. Es algo bastante increíble que esté sucediendo y lo más increíble, por un lado, es ver cómo se juntaron distintas instituciones del Estado para armar algo inédito y, por el otro, la respuesta de la gente. Tecnópolis es un evento súper inclusivo porque es para distintas edades, para gente de distintos niveles sociales, así que realmente es algo muy increíble que se haya dado. Y si bien es un hecho maravilloso, creo que no está fuera de un contexto en el cual ha cambiado la visión de la ciencia tanto desde el Estado como desde la sociedad. El Estado en cierta forma, desde hace ya varios años, viene no solamente apoyando a la ciencia sino apoyándose en la ciencia, porque la ciencia es necesaria para la toma de decisiones, para el desarrollo del país.
Y la sociedad, que siempre tuvo una mirada bastante benévola hacia los científicos argentinos, una mirada más compasiva, como si dijeran: “pobrecitos, hacen lo que se les canta, hacen lo que quieren pero no ganan un mango, nadie les da mucha bola”; ahora ha cambiado. Sigue siendo benévola esa mirada pero ahora es incluso más utilitaria, en el sentido de que necesitamos ciencia y tecnología para avanzar y para decidir las cosas que nos pasan por arriba: contaminación, energía. Y el hecho de que Tecnópolis sea planteado como un parque temático de ciencia y tecnología es adecuado porque así la gente se interesa y en el medio, de contrabando, recibe un montón de ciencia.
Desde el punto de vista de la divulgación, ¿cuáles son los problemas habituales con los que se encuentra la ciencia a la hora de llegar a un público más amplio?
Son varias cuestiones. En principio, cuando la gente divulga ciencia, hace un libro de divulgación científica o hace un programa de televisión de divulgación científica, se pone el cassette de la ciencia; ese cassette de hablar difícil, de que no me tergiversen nada de lo que digo. Y lo cierto es que cuando uno hace un libro de divulgación científica, hace un libro para que la gente lo lea. Lo mismo cuando hace un programa de televisión de divulgación científica: hace un programa de televisión con todos los recursos que los formatos le permiten y eso es algo que no se ha hecho mucho en general.
Por otro lado, el problema principal no es tanto de divulgación, y que en todo caso es un complemento, sino de educación. La educación básica en ciencias es realmente deficiente. En la primaria casi no hay ciencia, hay muy pocas horas realmente, porque se considera que la primaria es para otra cosa, para aprender a leer, escribir, sumar y restar, y por ahí un poquito de historia y geografía, y en la secundaria todavía se abusa de las clases magistrales, del definir, del “hoy vamos a hablar de tal cosa”, en lugar de crear ciencia, de hacer un proceso por indagación, en el cual los chicos puedan sacar a flote sus preguntas. Si está la base de la educación, entonces la divulgación puede servir como un excelente complemento, pero nunca la puede reemplazar, es irreemplazable la educación básica.
Y otro problema es que la corporación de los científicos siempre ha sido bastante reacia a participar de actividades de divulgación, incluso en términos históricos, porque los próceres de la ciencia argentina, los premios Nobel, creían que esto era una pérdida de tiempo básicamente. Y además no nos evalúan por hacer eso, no nos evalúan por divulgar, nos evalúan por producir ciencia y está muy bien que así sea, pero si no tenés ningún rengloncito en tus informes de evaluación para decir, “bueno, y además estuve haciendo tal cosa en la tele, en un libro o en una escuela”, sentís también que es un poquito una pérdida de tiempo, porque te resta puntos claramente hacerlo. Entonces todas estas cuestiones conspiran para que, hasta hace muy poco tiempo, casi no hubiera habido una actividad relativamente masiva de divulgación de la ciencia por parte de los científicos y de los periodistas científicos que se han profesionalizado en los últimos años.
¿Y cuál debería ser el rol del Estado en esta divulgación? ¿Es su responsabilidad llevar la ciencia al público masivo?
Sí, claro. Esto debe hacerlo el Estado por una razón muy sencilla. En Argentina, salvo excepciones que son relativamente pocas, algunas de las cuales también están presentes en Tecnópolis, la ciencia se hace desde el Estado. La ciencia se hace en las universidades públicas, en las instituciones como el CONICET, la CNEA, el Instituto Antártico o varios etcéteras, que son instituciones del Estado, por tanto la responsabilidad de contar eso es del Estado y de los científicos que participan en estas instituciones. Porque la ciencia no es ciencia hasta que no se comunica, hasta que no se cuenta. Incluso es una forma de hacer ciencia aplicada, entre comillas, porque a nosotros nos pagan los impuestos, estamos en el sistema público, y no muchos hacemos vacunas o diseñamos puentes o hacemos lo que se conoce como aplicaciones de la ciencia. Entonces contarlo es también compartirlo con la sociedad que nos está pagando y permitiendo hacerlo. Digamos que, de algún modo, es una especie de rendición de cuentas. Y aunque no sea responsabilidad exclusiva del Estado, porque hay entes profesionales de comunicación de la ciencia, periodistas, medios de comunicación, etcétera, el Estado tiene un rol indelegable y, últimamente, se está haciendo cargo de este rol.
¿Debe ser una política de Estado la divulgación de la ciencia?
Por supuesto. Hoy lamentablemente debo decir que este buen momento que está atravesando la ciencia y la tecnología no es una acción de lobby de los científicos, ya que si bien hemos hecho lobby y hemos tratado de hacernos escuchar, esto es claramente una acción política de gobierno, que realmente ha cambiado la relación del Estado con la ciencia y con los científicos a partir de hechos simbólicos y hechos concretos. Los hechos simbólicos son, por ejemplo, la creación de un ministerio. Eso simbólicamente es impresionante porque en los papeles te pone a la ciencia en el mismo nivel que otras áreas del Estado tremendamente importantes como la educación, la salud, la economía, la defensa. Después está lo concreto, hay que llenar esos símbolos, y de hecho hay elementos que los van llenando, los salarios han cambiado, los subsidios han cambiado, hay una cierta política científica, uno puede coincidir más o menos, pero hay una política científica y la política se traduce en distribuir recursos.
El ministerio actual está dando señales muy fuertes de que quiere ir hacia cuestiones de desarrollo, de tecnología, de innovación, cuando la ciencia argentina siempre se destacó por aspectos básicos, nosotros somos muy fuertes en aspectos básicos y somos un poco remolones, nos cuesta pensar o cambiar el switch hacia una cosa de aplicaciones en general, hay maravillosas excepciones a esto, por supuesto, pero falta todavía que los empresarios se convenzan también de que es una buena inversión mirar un poco hacia adelante y hacer investigación y desarrollo porque después vas a ser pionero en algo que va a ser patentado, licenciado y eventualmente va a generar recursos. Para eso falta un poco aunque también hay señales del ministerio en términos de intentar incentivar al sector privado que también es remolón en estos aspectos.
¿Cómo fue su experiencia al momento de iniciar sus estudios universitarios y cómo cree que enfrenta hoy su vocación un joven que quiere dedicarse a la ciencia o a la tecnología?
Bueno, yo no era un niño muy científico que digamos. No era un niño naturalista que iba a cazar mariposas con la red o a observar hormigas con la lupa en el patio. De hecho mi vocación es bastante tardía. Cuando entré a la universidad no tenía idea de por qué entraba porque yo me volcaba mucho más hacia cuestiones humanísticas, que recién ahora se cierran con la comunicación de la ciencia, ahí puedo meter todo, puedo meter la literatura, el teatro, la música y la ciencia. Igual es fascinante. Una vez que entrás a la Facultad de Ciencias Exactas te deslumbra el ambiente, te deslumbran tus compañeros, tus profesores, los investigadores y finalmente termina siendo maravilloso. Pero lo que es cierto es que el arquetipo del científico de esa época, era en todo caso un arquetipo que estaba muy lejos, que cada tanto aparecía en los medios o aparecía hablando con acento francés si era Cousteau o con acento yanqui o alemán si eran películas de Hollywood, básicamente. No era un arquetipo muy cercano, no era el tipo que vos te vas a encontrar comiendo un choripán o en la tele hablando de otras cosas, o en los diarios, eso ha cambiado me parece.  
Para los más jóvenes el arquetipo del científico es más humano, es más cercano, puede ser un pibe que tiene rastas si va a escuchar un concierto de rock y lo tiene ahí al lado pero trabaja de científico, dedica su vida a la ciencia pero tiene los mismos intereses como joven que otro que tiene al lado. Eso me parece que ha cambiado para bien, porque todavía existe el prejuicio de que los científicos son otra tribu, otra raza, que no se les entiende nada, que son mártires de la ciencia. Eso está cambiando un poquito. Todavía está esta idea de “no, a mí interesa la ciencia pero no voy a seguir una carrera científica porque están todos locos o me voy a morir de hambre o no voy a encontrar trabajo”, y está la errónea idea de que si voy a una carrera tradicional, económicas, derecho, medicina, bueno, por ahí no es lo que más me gusta, pero me va a ir bien y voy a tener trabajo. Y es mentira, las dos cosas son mentiras. En este momento hay salida laboral para los científicos, hay mucho por mejorar, hay mucho por hacer, no digo que estemos en un paraíso, pero en términos relativos me parece que ha cambiado mucho el esquema del científico y la mirada de los jóvenes hacia la ciencia.

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